Carta abierta a una Senadora celeste

Estimada senadora que va a votar contra la legalización del aborto,

No, no le hablo a usted, Senador, porque usted es varón. Usted no tiene útero y, como ha demostrado, tampoco tiene empatía.

Senadora, ¿cómo puede ser que tras horas y horas de exposiciones con cifras, análisis y estadísticas usted persista en una posición que se asemeja más a un sentido común infantilizado que a la decisión fundamentada de una legisladora nacional? No se trata únicamente de garantizar el acceso al aborto para poder ser dueñas de nuestros cuerpos y nuestras decisiones. Ojalá el punto fuerte de la discusión fuera tan aséptico. Pero el motivo más urgente para legalizar el aborto es la muerte.

Usted dice que está a favor de la vida, pero en su fórmula se olvida de la vida de las personas gestantes. Le cuento que esas personas no solo caminan, respiran y sienten, sino que también tienen proyectos, tienen hijos e hijas, tienen familias que las aman y que las lloran cuando mueren desangradas por un aborto clandestino.

Muchas de esas personas gestantes, Senadora, son niñas. Son niñas o adolescentes que fueron abusadas, las más de las veces por un familiar. ¿Cómo? ¿Que una niña abusada irá a abortar y volverá sin más a su casa para seguir siendo abusada? ¡Pero Senadora! Una niña o adolescente abusada irá a abortar y el ADN de ese embrión se usará como prueba contra su abusador. Si usted la obliga a gestar y a parir la está haciendo pasar por un sufrimiento atroz, y está obligándola a llevar adelante un embarazo de alto riesgo. ¿Qué hay, como dijo Stella Maris Manzano, de esa niña de nueve años que murió al parir? ¿Cómo es que no le espanta una realidad tan cruel?

Usted dice que quiere “acompañar a las más vulnerables frente a embarazos no planificados”, pero la verdad, Senadora, no sé cómo pretende hacerlo. ¿Va a activar su radar celeste y vigilar día y noche a cada mujer por si se le ocurre abortar? ¿Va a ponerle un escolta a cada mujer que se acaba de enterar que está embarazada? ¡Pero claro que suena ridículo, Senadora! ¿No ve que son decisiones tomadas en la esfera personal? Por más que usted legisle que no se puede, que cualquier religión diga que es pecado, que la justicia lo vea como un delito, esa mujer que ya ha tomado la decisión de abortar va a abortar. Nosotras, le hago la aclaración, queremos que la sociedad acompañe a todas las mujeres a decidir, y que el Estado garantice las condiciones para que esa decisión sea respetada. Decidir no siempre significa abortar. Decidir es, justamente, decidir. El aborto en condiciones seguras tiene que ser una opción para evitar que las mujeres, con miedo, culpa y vergüenza (y sin los recursos adecuados) recurran con desesperación a métodos inseguros, a lugares clandestinos.

Usted dice que lo que nosotras proponemos es al aborto como método anticonceptivo, y después invita al Senado a expositores que falsean datos, que mienten sobre la efectividad de los anticonceptivos y que muestran videos de partos como si fueran abortos (y que por lo bajo también aseguran que “la anticoncepción, el aborto y otras prácticas de control de la población están promovidas desde los centros más altos de poder”, dando a entender que están en contra también de los métodos anticonceptivos). Senadora, nosotras no proponemos al aborto como método anticonceptivo. Un método anticonceptivo es, además de una forma de evitar un embarazo no deseado, una protección efectiva ante las enfermedades de transmisión sexual, jamás renunciaríamos a su promoción. El aborto es el último recurso cuando todo falla. Porque por más que usted nos mande “a cuidarnos”, Senadora, aún cuidándonos podemos quedar embarazadas.

¿Qué es en verdad lo que quiere decir usted, entonces? ¿Cómo? ¿Que promovemos el libertinaje? Señora senadora, usted lo sabe, yo lo sé, no nos hagamos las desentendidas. Todo el mundo tiene sexo. Es de lo más natural. Si usted considera que el sexo debe acotarse al matrimonio, o a una relación heterosexual, o una pareja monogámica, entonces por favor aclárelo antes de votar. Porque de esa manera vamos a saber cuál es su verdadera fundamentación. Yo sé, le da vergüenza afirmar que la única opción válida en esta vida es la monogamia con muchos hijos y la realización femenina a través de la maternidad. Pero si usted así lo piensa, dígalo. Necesitamos saber qué es lo que usted verdaderamente piensa de la sexualidad femenina.

Dice usted que hay otras opciones, como dar en adopción. Claro que es una opción, jamás se descarta. Pero oh casualidad el sistema de adopción argentino es de lo más frustrante, y oh casualidad este discurso jamás va dirigido a las mujeres con recursos. Si fuera su caso, Senadora, ¿qué le diría a la gente? ¿A su familia, a sus amigos? “La panza la llevo pero al chico lo daré en adopción”. Porque si lo pensamos para las otras, hay que pensarlo para nosotras también. ¿Cómo? ¿A usted jamás le pasaría eso? Qué suerte la suya, es usted un ejemplo a seguir: sabe perfectamente lo que ocurrirá en su vida y cómo reaccionar ante cualquier adversidad.

(No le hablaré de la Iglesia Católica ni de su adscripción religiosa, Senadora, porque creo que Claudia Piñeiro ya lo dijo todo: si usted vota en contra porque le tiene miedo al cura o al obispo de su localidad, entonces por favor dedíquese a otra cosa. Ninguna religión es más importante que el derecho a la vida y a la salud de una persona. Ninguna. Y si tiene dudas, pregúnteselo a la Doctora Ousset, o a las mujeres de Católicas por el Derecho a Decidir, o a la organización internacional Catholics For Choice)

Usted afirma que queremos obligar a abortar y por lo tanto reducir la población y atentar contra la maternidad y, por extensión, contra la sociedad argentina. Todo lo contrario: queremos maternidades deseadas. Embarazos queridos. Una Argentina inclusiva, compasiva.

Dice usted que tenemos una agenda conspirativa, que nos financian multinacionales que lucran “con el negocio del aborto”. Esta afirmación, además de falsa (los financiamientos, declarados sin tapujos en las audiencias, fueron para investigaciones), es de una hipocresía infinita. ¿Qué hay, señora senadora, del negocio del aborto clandestino? Porque ese existe y es muy Made in Argentina. Porque aunque usted vote que no, va a seguir existiendo. Usted que está a favor tan inocente y angélicamente de la vida de un embrión, de la maternidad idealizada, de la patria celeste y blanca, ¿acaso no puede ver esto con claridad? ¡Es un negocio! ¡Plata, plata y plata que entra y que entra en los bolsillos de esos médicos y médicas que claman castigo en el hospital y juran silencio en su clínica privada!

Senadora, no me voy a extender más. Usted ya lo sabe, no tengo que volver a explicárselo. El aborto existe. Seguirá existiendo aunque usted vote contra su legalización. La única forma de salvar vidas es legalizando el aborto. Las estadísticas nos respaldan. Los números, a nosotras, nos dan. Menos muertes, menos gasto público. Menos miedo, menos culpa. Más autonomía, más libertad, más soberanía sobre nuestros cuerpos.

Autonomía, libertad y soberanía para, también, decidir gestar, decidir parir y maternar.

Senadora, vote a favor de la ley por el aborto legal, seguro y gratuito. Hágalo por todas, también por las que están en contra. Le prometemos que nadie las va a obligar a ellas, ni a usted, ni a sus hijas ni a nadie a abortar. Jamás.

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